El suelo
Es poco profundo, a veces solo llega a 40 cm, donde aflora la roca madre formada por estratos de calizas dolomíticas, que se componen de carbonato cálcico y magnésico y una gran riqueza en microelementos y minerales absorbibles por la planta, los cuales conferirán una mayor personalidad al vino. Es interesante notar que el material calcáreo domina en las zonas productoras de grandes vinos, bien perfilados, que tienen un carácter muy acusado, conservan bien la acidez y están dotados de un gran potencial de envejecimiento.
Estas rocas, sometidas a la acción del agua y el aire propician la formación de procesos de erosión de tipo cárstico, dando lugar a numerosas simas, cuevas, madrigueras e infinidad de tarteras. Los restos de fósiles marinos que aparecen en algunas parcelas, como La Calma o El Rocallís, recuerdan que hace unos 20 millones de años toda esta zona formó parte del lecho marino.
El clima
El Macizo del Garraf tiene un mesoclima muy particular. Las precipitaciones son escasas, de unos 350 litros/m² en período de vegetación.
Los días con mucha insolación son calurosos, pero el efecto termorregulador del mar, a unos 15 km de distancia, visible desde las parcelas más altas, provoca la presencia de brisas marinas que, a partir del mediodía, refrescan y permiten que las plantas completen el ciclo vegetativo con una maduración de la uva más prolongada, favoreciendo la concentración de azúcares y la madurez polifenólica. Todo esto deriva en el desarrollo de moléculas aromáticas más fragantes y sutiles.
La vegetación
En estos suelos, áridos y rocosos, perviven especies bajas de matorral y plantas aromáticas (tomillo, romero, ajedrea, té de roca). De allí proviene, sin duda, el carácter mineral y las notas de hierbas mediterráneas de los vinos de Can Ràfols dels Caus, donde las viñas se esfuerzan por sobrevivir en un terreno en el que las raíces deben penetrar entre las grietas de la roca para obtener el agua y los nutrientes.
En un mosaico de maquias y garrigas, con plantas de procedencia africana, completan la vegetación de la zona el margalló (palmito), especie endémica y protegida del Garraf, encinas y robles, y algunos árboles de ribera, que aparecen en los lugares más húmedos.
La mano del hombre ha aportado los cultivos de olivos, almendros y viñedos, que se encaraman desde las cañadas hasta las faldas de las colinas, coronando un paisaje de inusual belleza.
La viña
La finca de Can Ràfols dels Caus se sitúa a unos 300 metros de altitud, entre los valles delimitados por dos torrentes, con los viñedos escalonados sobre las pendientes. La propiedad original cuenta con unas 450 hectáreas, a las que hay que sumar 250 hectáreas adquiridas recientemente para evitar el desarrollo de una cantera de piedra que suponía una seria amenaza para el equilibrio medioambiental de esta zona del Garraf, donde perviven unas viñas muy viejas, salvadas de convertirse en polvo de cemento por la firme voluntad de Carlos Esteva.
El viñedo, fragmentado en pequeñas parcelas, ocupa unas 90 hectáreas de terreno, donde se cultiva un auténtico crisol ampelográfico: nada menos que 28 variedades de uva. El inquieto carácter de Carlos Esteva, y su afán por experimentar con un amplio catálogo de variedades, le ha llevado a introducir en el Garraf algunas uvas que nunca se habían cultivado en nuestro país, como Chenin blanc e Incrocio Manzoni.
En la actualidad, estas variedades conviven en Can Ràfols dels Caus con otras de origen autóctono, como las blancas Xarel·lo y Macabeo, o la tinta Sumoll, junto a una larga selección de varietales foráneos: Chardonnay, Sauvignon blanc, Roussane, Merlot, Cabernet franc, Pinot noir o Cabernet sauvignon.
Conscientes de que los buenos vinos sólo pueden proceder de buenas uvas, de viñas equilibradas en las que los rendimientos permiten alcanzar la madurez adecuada, se pone un gran empeño en dejar que la naturaleza siga su curso, prescindiendo de productos químicos, utilizando tan sólo abonos orgánicos, vendimiando a mano cada cepa y respetando las fermentaciones espontáneas, sin adición de levaduras seleccionadas, con el fin de obtener el mejor vino.